Mi primera impresión fue de incredulidad y luego de tristeza. Pero ¿por qué de tristeza si debe ser una alegría que alguien llegue a la meta; sobre todo si es un amigo.
Si, una amiga, en su caso.
Durante el poco tiempo que trabajamos juntos (y digo trabajamos juntos porque nunca la vi descansar a pesar de ser la “jefa”) sólo tuvo palabras de aliento hacia nosotros los maestros, fue una guía en nuestra planeación y práctica, supo señalar nuestros errores para hacer una corrección a tiempo y nunca olvidó cumplir su misión al frente de la escuela: lograr la armonía y la eficiencia entre todos los actores para consolidar a la “Jaime Torres Bodet”
Sus órdenes pudieron ser cumplidas porque fueron sensatas como el rey del asteroide de “El Principito”: un buen rey solo da órdenes que se puedan cumplir. Y los resultados saltan a la vista: una institución con un gran prestigio y con muy buenas instalaciones logrado a base de esfuerzo; del personal manual, administrativo, docente y directivo.
La palabra jubilación tiene varias acepciones; una sería júbilo, alegría y la otra de jubileo: liberación de una larga "esclavización" por el trabajo.
Nunca me pareció que estuviera esclavizada ni me parece ahora que tenga usted una gran alegría. Pero sí refleja usted una satisfacción por el deber cumplido.
En este nuevo proyecto de vida que hoy inicia le deseo lo mejor. Que cada mañana al despertar recuerde que habemos maestros que hemos modificado para bien, nuestra práctica docente gracias a usted; que los niños están en las mejores manos y que siempre la valoro más por señalarme mis defectos que por las palmaditas de felicitación en la espalda. Usted me entiende.
¡Felicidades, Maestra! ¡Ya la extrañamos!
Profr. Luis Humberto Pantí Chuc
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